domingo, 14 de diciembre de 2008

Teclado vintage: El Yamaha CP


Siempre me he preguntado como tiene que ser entrar a la fábrica de Yamaha, es una empresa tan polifacética que debe ser una locura. Siempre he imaginado ese sitio entrando con dinero y llevándome una moto, una calculadora, una chaqueta y una guitarra, y sin tener que cambiar de comercio, todo de la misma marca.

Mucha gente dice que los instrumentos Yamaha no son de buena calidad, que son muy baratos nadie lo discute, pero que el resultado deja que desear. Yo digo como en todo, habrá de todo, evidentemente Yamaha no vende duros a cuatro pesetas, y si quieres algo bueno, pues amigo ráscate el bolsillo.

No quiero opinar sobre sus guitarras, bajos y baterías, pero opino que Yamaha en cuanto a teclados es actualmente la mejor marca que existe (hablando de teclados de gama alta, porque por supuesto tiene una serie media y media-baja en la cual puedes adquirir un teclado a muy bajo precio (que es lo que la gente mira: Se compra una Yamaha pacífica por 300 euros y espera tener una Fender Stratocaster americana y de la serie signature).

Quitando la polémica del principio vamos a empezar con lo que nos trae aquí: La seri CP de Yamaha:

Corría la década de los años 70 y Yamaha, en su afán de superarse quiso sacar un producto al mercado de los teclados con el cual hacer la competencia al ya famoso Fender Rhodes y Wurlitzer A200, reyes de ventas por esta época en lo que lo único digital que había eran las huellas que tenemos en los dedos. De todos es conocida la calidad que ya ofrecía Yamaha (y ofrece) con sus pianos de pared, colín, cola y gran cola, una calidad insuperable, sobre todo por el trabajado de la madera y por supuestísimo por la calidad de materiales que ofrece el arpa.

Como Yamaha ya tenía controlado el tema de los pianos fijos también quiso hacer leyenda en el mundo del rock y quiso sacar un piano portátil, pero que ofreciera ventajas que sus competidores no pudieran alcanzar. En la mente entró un piano portátil con sonido de piano (piano de cuerda, ya que Rhodes y Wurli el sonido procede de unas barras de metal que hacen de él un sonido más característico de un vibráfono). Pero sus ingenieros quisieron ir más allá: Ya que podemos conseguir un sonido de cuerda más que bueno, hagamos UN PIANO DE COLA PORTÁTIL!!!

Y dicho y hecho, allá por 1976 si no me equivoco sacaron a mercado el primer piano de cola portátil (hubo varios modelos, pero el más vendido fue el CP70). El montaje era sencillo, de hecho era similar al de Rhodes, a diferencia que una ve montado el teclado había que acoplar el arpa (que era el elemento "extra" que incorporó la marca japonesa). Tenía un pedal de sustain que se acoplaba más o menos como el de un Wurli y la comodidad a la hora de tocarlo era total. El sonido era inconfundible, un sonido limpio de piano de cola Yamaha, quizá con algo menos de cuerpo debido al aligeramiento de materiales, sobre todo los de la caja. Este piano hizo y hace las delicias de muchos músicos, sobre todo por poder contar con un piano de cola portátil, estéticamente bonito y capaz de acoplar efectos debido a su salida a amplificador (aún así tenía la ventaja frente a Rhodes y Wurli de que sin amplificador también sonaba).
En el enlace podeis ver como es su montaje Como veis no es muy sencillo y requería mucho más tiempo que los de su competencia.
http://nz.youtube.com/watch?v=PuN94LfonTI&feature=related

Pero este piano también tenía muchos inconvenientes, tantos que nunca hizo una competencia real a sus hermanos de otras marcas y quedó como un piano fetiche y caprichoso. El principal inconveniente, como habreis podido observar en el vídeo es su montaje, largo y tedioso. Si a esto añades la delicadeza de la pieza del arpa, que encima había que llevarla siempre en un flighcase aparte, hacía que el volumen de transporte fuera superior, y además hay que tener en cuenta el peso de todo el equipo, que si ya con Rhodes es mucho, con un piano de cola evidentemente es muy superior. Con la llegada de los pianos electrónicos digitales estos cacharros del jurásico quedaron en el trastero o en manos de fetichistas amantes de este sonido.

Yamaha hundió el mercado de estos cacharros gigantes con la llegada del Clavinova, de la serie CLP, etc. Ofreció un sonido de calidad, un precio asequible y un peso considerablemente aligerado (un piano podía ser transportado y montado por una persona, además de su reducido volumen).

Presumo de haber visto directos con este piano (Sigur Ros, Keane, Burning, ...) y decir que el sonido era perfecto, era de un piano de cola.

4 comentarios:

el pianista dijo...

yo opino que yamaha encuanto a los pianos sus sonidos son bastante de buena calidad. ojala se motiben mas a sacar nuevos y mas modelos yamaha, para la gente que ama la musica y por supuesto los pianos o teclados.

Gaben dijo...

Yo opino que con las tecnologías actuales ya es hora de que yamaha reviva estos gigantes del jurasico, pero no de manera digital, sino haciendo nuevamente un piano esteticamente bonito! ya que en el escenario los actuales parecen tablas de planchar xD (aunque vistos de cerca sean buenos aparatos). Es llamativo que con lo buscados y altamente cotizados que estan los cp70 yamaha no haya relanzado este bicho como lo están haciendo marcas que vuelven a las valvulas y otros vintages. No estaría mal que la marca se vuelva a tomar el desafio de hacer un piano de cola real transportable!! Reduciendo el peso y haciendo un ensamble mas simple creo que no seria una molestia cargar con algo tal vez mas voluminoso que los digitales, pero sabiendo que se planta en el escenario como un grande y suena de verdad!! estamos por llegar a marte.. hagan un piano!! saludos

Germán dijo...

Coincido con el único comentario. Lo real suena mejor que lo digital. Y con micrófonos modernos, material más ligero y una simplificación en el ensamblado, la reedición de ese ícono de la música es perfectamente posible.

Unknown dijo...

Yamaha está haciendo pianos digitales, híbridos y transacústicos, cada uno más caros que los anteriores y ninguno con la calidez de sonido del CP70. Creo que es hora de que Yamaha o algún aventurero se anime y vuelva a hacer un piano de escenario en serio.